Originaria de la Ciudad de México, Claudia Navarro cursó la Licenciatura de Diseño Gráfico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su primer acercamiento a la literatura e ilustración lo tuvo de pequeña, cuando cursaba la primaria, ahí disfrutaba de los dibujos de sus libros de texto; también coleccionaba pequeños libros y personajes para vestir o historietas como: Archie, La pequeña Lulú, La familia Burrón, entre muchos otros.

     Aunque no sabía a lo que quería dedicarse, su pasión por el dibujo la llevó a descubrir en los libros un universo en el que se puede salir de la realidad. Considera que desde la infancia es muy importante que los padres desarrollen la imaginación y creatividad de sus hijos, pues tendrá un gran impacto en el futuro, sin importar a lo que se dediquen. 

     Para Claudia, la función de los ilustradores es aportar algo más de lo que dice el texto, realizando una interpretación y enriqueciéndolo a través de las imágenes. Cuando un nuevo proyecto llega a sus manos, lo primero que hace es leerlo una y otra vez hasta que imagina a los personajes que integran la historia, lo que le permite elaborar un boceto en donde plasma todas sus ideas. 

     Utiliza diversas técnicas para ilustrar, a veces hace sus dibujos en físico utilizando grafito, acuarelas, acrílico, colores, hasta definir lo que considera mejor; otras veces lo digitaliza y realiza los retoques necesarios, hasta lograr los colores y contrastes que necesita.

     Su extraordinario trabajo le ha permitido ser seleccionada en nueve ocasiones en el Catálogo de Ilustradores de Publicaciones Infantiles y Juveniles, por Conaculta. Además, realiza curaduría y diseño de espacios culturales, así como animación. Ha participado en más de 20 libros, con EDELVIVES ilustró Me, de la colección pequeLETRA, dedicado para los pequeños de 3 a 6 años; para los adolescentes de 10 a 12 años: El beso, de la serie Ala Delta Colibrí verde. Como parte de las novedades del 2022 trabajó en las ilustraciones de Ladrón de sonrisas y en la portada de Sueño de una tarde dominical, el cual es la parte II del libro El beso.